Por Tuffí Aré Vásquez
Es el político con más años en la presidencia de la historia de
Bolivia. Llegó al poder en nombre del socialismo, con los votos que le
dio el novedoso relato de ser el primer indígena que aspiraba a ocupar
la silla presidencial para liberar a las mayorías populares de una
oligarquía sumisa al imperialismo estadounidense. 14 años después, atrás
quedó la imagen del humilde aymara que causó revuelo con su típica
chompa de lana a rayas en su primera incursión por territorio europeo como jefe del Estado boliviano.
Evo Morales Ayma ya no es el dirigente sindical que escuchaba los
partidos del mundial de fútbol por un radiotransistor con sus compañeros
de lucha en Chapare, una de las principales regiones productoras de
coca. Ahora viaja en el avión Falcon 900 EX EASY, fabricado inicialmente para el club Manchester United, a ver los partidos inaugurales de los grandes torneos de fútbol. Aunque la selección boliviana no va desde 1994 a un Mundial, Evo Morales ha presenciado en las tribunas las inauguraciones de las competencias de Sudáfrica, Brasil y Rusia.
Su inclinación hacia este deporte han convertido en una rutina sus
partidos televisados en directo varias veces por el canal público. Ha
conformado un equipo con futbolistas de su cuerpo de seguridad y tiene
como rivales permanentes, cuando a viaja a inaugurar obras, a ex
mundialistas encabezados por el mítico astro boliviano Marco Antonio "El Diablo" Etcheverry.
En sus giras por el exterior del país ha enfrentado con la camiseta 10 en las canchas a los presidentes Mauricio Macri, de Argentina, y Sebastián Piñera, de Chile. Fresca está también la imagen del partido que jugó con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino,
a quien pretende convencer de que Bolivia sea subsede en 2030 de un
Mundial, junto a Argentina, Paraguay y Uruguay. Ha tenido también como
compañeros y contendores en las canchas a Diego Armando Maradona,
a quien propuso ser DT de la selección boliviana, y a otros ex cracks
como el español Fernando Hierro, el brasileño Cafú, el colombiano
Faustino Asprilla y los argentinos Martín Palermo, Pablo Aymar y Diego
Latorre.
Un alcalde de su partido, que presidió el club Sport Boys, lo registró
en 2014 como jugador de la primera División de la Liga boliviana.
Pero además de su pasión por el fútbol, Evo Morales se ha mostrado en
los medios como un presidente empeñado en estar en buen estado físico.
Hace unas semanas hizo que los periodistas filmaran su rutina de 200 abdominales por día y alguna vez los desafió a sostener con él esa práctica. En la nueva Casa Grande del Pueblo hizo instalar gimnasio, jacuzzi, una sala para masajes y sauna.
Las críticas de la oposición a su estilo de vida, por los costos que
representan, no han impedido que el pasado fin de semana aparezca en una
nueva faceta de deportista en el campo de La Victoria Club Golf, del departamento de Tarija.
Frente a esa imagen difundida por los diarios y medios digitales, el ex jefe de redacción de los periódicos La Prensa y Página Siete,
Marco Zelaya, escribió en su cuenta de Twitter: "Tiene un avión Falcon,
se desplaza en helicóptero, en su Palacio consumen 2.000 bolivianos
(casi 300 dólares) de carne por día, admira a Suleimán y ahora juega
golf. Orinoca (su pueblo natal) regaló a Bolivia a un gran capitalista".
El mismo periodista amplía su crítica en un contacto con Infobae: "El poder lo transformó. Hace todo lo contrario de lo que predicó para llegar al poder.
Se volvió adicto a los ingresos del gas. El Evo del discurso
progresista cambió. Ahoran tenemos a un desarrollista, que no tiene más
modelo que la explotación de materias primas como el gas y los
minerales".
