La reelección de Evo Una cuestionable decisión sobre Bolivia adoptada por el secretario general de la OEA
Por Ricardo García Moritán
Ex Vicecanciller de Argentina
La cuarta reelección de Evo Morales es contraria a la Constitución de
Bolivia y a un referéndum que el 21 de febrero de 2016 expresamente
rechazó esa posibilidad. La insistencia en continuar en el poder es un paso peligroso de deriva autoritaria.
De manera inexplicable, el Secretario General de la Organización de
Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha respaldado esa regresión
señalando que la no reelección de Evo Morales sería discriminatoria. Al
avalar la reelección indefinida, pone en jaque parámetros de la Carta Democrática Interamericana y abre una caja de Pandora al mostrarse favorable a que los tribunales puedan intervenir para modificar mandatos presidenciales.
La
cuestionable posición del Secretario General de la OEA puede estar
relacionada con su propia reelección por otro período de cinco años a
partir de 2020. Es de imaginar que la condescendencia de Luis Almagro
con Evo Morales apunta a contar que el apoyo de Bolivia y de otros
países del ALBA. Con Nicaragua tuvo una actitud similar convalidando
prácticas poco democráticas del régimen de Daniel Ortega. La actitud en
Honduras tampoco ha sido clara ante evidencias de fraude electoral.
Si bien el papel de Luis Almagro al frente de la OEA adquirió notoriedad al haber enfrentado a la dictadura venezolana,
también mostró una deficiente praxis diplomática al convertir a la OEA
en un ámbito casi irrelevante al anular la capacidad de facilitación y
mediación y aislar al principal organismo político hemisférico como
interlocutor creíble de la crisis venezolana.
Es probable que esos excesos estuvieran vinculados con lograr la aprobación de Estados Unidos que lo observaba,
al principio de su designación, con desconfianza por haber sido el
Canciller del Presidente José Mujica con fuerte vinculación con Hugo
Chávez.
En este contexto, la gestión del Secretario General de la
OEA ha estado concentrada en reconvertir su imagen aún a costa de la
defensa de valores y principios o la eficacia de la Organización. El
apoyo a Evo Morales sigue esa tendencia de priorizar intereses
personales. Asimismo, la reducida habilidad diplomática demostrada en
los últimos cuatro años ha debilitado a la OEA. También ha afectado el
prestigio de instancias judiciales o cuasi judiciales que velan por el
cumplimiento de las cartas o pactos regionales donde las partes
contratantes se comprometen a proteger, promover y respetar los derechos
humanos y la democracia.
En este contexto, la Organización de Estados Americanos necesita salir de la actual parálisis de gestión y parcialidad.
El momento es crítico por el conjunto de prioridades regionales
insatisfechas y la falta de respuesta efectiva de los numerosos
mecanismos multilaterales de América Latina y el Caribe. Resulta urgente
la revitalización de la OEA como la renovación de liderazgo para mejor
ubicar a nuestro continente en las difíciles circunstancias y desafíos
del siglo XX.
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